Una educación que solo
prime la memoria y el dominio de determinadas habilidades tiene cada vez menos
sentido en este mundo complejo y cambiante. Debemos desarrollar en nuestros
alumnos habilidades y competencias basadas en la complejidad.
El conocimiento mal estructurado, poliédrico y en interacción, la enseñanza basada en problemas, el empleo de estrategias de narratividad, invitan al alumno a investigar, dialogar, reconstruir la información y generar su propio aprendizaje, relevante y significativo. Estas son algunas de las estrategias desde las que ha de partir la innovación educativa para hacer frente a la sociedad del siglo XXI.
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